La persona que hace terapia, al menos la que se ofrece en el centro Noray Terapia Floral, inicia una acción que va a cambiar su vida. Sabemos que, en un principio, parecen palabras exageradas o, incluso, carentes de significado porque… ¿cómo va a cambiar mi vida?, ¿a qué se refiere?, ¿es posible? Hay personas que, al terminar todo el proceso, me han confesado que no se creyeron nada de lo que les conté en la entrevista, otras que no lo habían llegado a entender en toda su profundidad, pero al final, al evaluar todo el proceso y observar sus propias vidas, se sorprenden por haber conseguido mucho más de lo que ni siquiera podían imaginar.
¿Y esto cómo puede ser? Porque un proceso terapéutico, un trabajo que busca recuperar el equilibrio o la salud física, energética, emocional, mental y/o espiritual tiene, necesariamente, que cambiar la vida de la persona.

La sanación (diferente de la curación), no llega porque se eliminan unos síntomas sino porque se amplía la consciencia de la persona hasta el punto de comprender la información que hay detrás de esos problemas, aquello que la vida le quiere mostrar, las lecciones que no termina de aprehender y las decisiones que no acaba de tomar. A medida que las lecciones se van integrando en el vivir y las decisiones se van materializando, los síntomas suelen ir diluyéndose, hasta el punto de desaparecer o de quedar como señal de alarma que se dispara sólo cuando la persona se violenta a sí misma emocional o mentalmente. A esta sanación se llega mediante un proceso paulatino de ampliación de la consciencia, es decir, a través de la evolución de la manera en que la persona se relaciona con la vida. Sin este cambio, sin esta evolución, no va ser posible la sanación a un nivel profundo.

Para que todo esto sea posible propongo la siguiente “operación matemática”:
CONSCIENCIA + VOLUNTAD CONSCIENTE + COHERENCIA + ACEPTAR EL DOLOR= SABIDURÍA
¿Qué significa esta fórmula? Analicemos un poco cada concepto.

La consciencia es la cualidad y la capacidad de la persona para relacionarse con el yo, con lo otro y con los otros. Esta capacidad no es igual en todas las personas, por lo que hay diferentes niveles de consciencia. Este factor lo aportan las esencias florales y el trabajo del profesional.

La voluntad consciente es un tipo de energía o fuerza interior que nace de la estructura psíquica de la consciencia, diferente de la fuerza de voluntad que nace de la estructura psíquica egóica. Es responsabilidad de la persona usar este tipo de energía.

La coherencia es la capacidad de actuar en función de aquello que se percibe como sano en la consciencia. Esto depende de la acción de la persona que quiere realizar los cambios.

Y, por último, aceptar el dolor se puede entender como la aceptación de lo que es, de lo que se vive, de lo que sucede, sin negarlo ni posponerlo. Esto también depende de la propia persona.

Cuando estos cuatro aspectos se ponen en marcha de manera conjunta, se producen una serie de transformaciones internas en la persona que la despiertan y que se pueden considerar como sabiduría, que sería la expresión de la consciencia para la relación con la vida desde el Amor en lugar de desde el miedo, como es habitual para quien vive dormido o en un estadio egóico.

En todo este proceso la Terapia Floral y la actuación del profesional tienen como objetivo despertar y/o ampliar la consciencia, pues es el elemento inicial que permite la activación de los demás. La/el paciente, la persona que hace uso de nuestros servicios, ha de aportar la voluntad consciente, la coherencia y la aceptación del dolor. Conjugando estos factores se llega siempre al desarrollo de una sabiduría interior que la persona no tenía previamente o, mejor dicho, que no había sido consciente de ella. En mi opinión las esencias florales aportan al proceso terapéutico un 50% del potencial movilizador, la/el terapeuta un 25% y la/el paciente otro 25%. Si cada uno cumple con su parte la ampliación de la consciencia, el cambio interior y la sanación de la persona están prácticamente garantizados.La Terapia Floral despierta y amplía la consciencia de las personas, pero son éstas las que deben poner en marcha el resto de los mecanismos (voluntad consciente, coherencia y aceptación) para que el proceso de transformación se convierta en un cambio interior y exterior verdadero y profundo.

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